En “El Boliviano” dicen en tono de broma que soy un buitre disfrazado de fotógrafo, y una noche actué como tal. Tuve suerte: una pareja se puso delante mío a reafirmar su amor y disparé más de veinte veces sin mirar por el visor, con disimulo y totalmente a oscuras. De toda la serie esta es la única imagen que merece la pena. Al final se casarán, tendrán hijos y nietos, y está foto como testimonio de lo que pudo ser y fue.
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